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De manera simultánea, grandes compañías han venido manifestando abiertamente que sus procesos de vinculación de nuevos empleados no consideran los títulos y diplomas de los aspirantes, solo sus habilidades y competencias demostrables. Como consecuencia de todo esto, se tiene que la empleabilidad de una persona, cada vez más depende de procesos permanentes de formación, breves, ágiles, efectivos y flexibles.
La llamada Cuarta Revolución Industrial, que también suele ser denominada por muchos como la “Revolución Digital”, está siendo el centro de muchos debates, tanto por su alcance como por su posible impacto en el empleo (particularmente en el muy probable desplazamiento masivo de personas, cuyo oficio y actividad laboral está siendo y será realizada por máquinas provistas de inteligencia artificial).
La primera mención a esta nueva era de cambio se hizo durante el Foro Económico Mundial de 2016, realizado en Davos, Suiza. Su característica principal es el desarrollo y uso combinado de avances tecnológicos en muy diversos campos, entre ellos la biología, la física, la computación, etc. El resultado de todo esto está siendo el surgimiento y la integración a los procesos productivos y a la vida cotidiana de las personas, de un sinnúmero de tecnologías con un alto poder transformador, tales como los robots inteligentes, la realidad aumentada, la impresión 3D, la Internet de las Cosas, entre muchas otras.
En la actual revolución, el uso de robots y de máquinas provistas de inteligencia artificial está provocando un desplazamiento de la fuerza laboral incluso en áreas profesionales que parecían muy sólidas y con pocas posibilidades de ser automatizables, como es el caso del derecho, la medicina, la comunicación social, los negocios, la gastronomía, para solo mencionar algunas.
Por si esto fuera poco, hoy en día, tanto el conocimiento como la tecnología están en un permanente cambio a velocidades sin precedentes, lo cual se convierte en una tremenda desventaja para aquellas personas que estudian una carrera profesional. Es simple, el enfoque centrado de contenidos e información que aún sigue vigente en la mayoría de las instituciones de educación superior, el alto grado de obsolescencia que tiene hoy en día el conocimiento y el rápido avance de la ciencia y la tecnología, hacen que la mayor parte de lo aprendido durante el estudio de una carrera profesional con duración de cuatro o cinco años, sea completamente inútil o esté obsoleto en el momento de comenzar con el ejercicio de una profesión. De esta manera la mayoría de los nuevos profesionales son muy vulnerables desde una perspectiva laboral y, además, tienen muchas posibilidades de ser sustituidos por sistemas inteligentes.
David Ritter, CEO de Greenpeace Australia/Pacífico, resume en una frase el reto al que deben enfrentarse las personas y las instituciones que se ocupan de prepararlas para el ejercicio de una profesión o de un oficio en el contexto de la Cuarta Revolución Industrial: “El futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones planetarias que ningún ser humano jamás ha experimentado”.
Los expertos han pronosticado que aproximadamente la mitad de los empleos actuales son susceptibles de ser sustituidos por sistemas automatizados en los próximos años. Adicionalmente, según el Foro Económico Mundial, en el 2025 la mayoría de las competencias requeridas por los empleadores serán completamente nuevas. De manera simultánea, grandes compañías han venido manifestando abiertamente que sus procesos de vinculación de nuevos empleados no consideran los títulos y diplomas de los aspirantes, solo sus habilidades y competencias demostrables. Como consecuencia de todo esto, se tiene que la empleabilidad de una persona, cada vez más depende de procesos permanentes de formación, breves, ágiles, efectivos y flexibles.
Lo que cabe preguntarse es si el sistema educativo y las instituciones responsables de impartir educación se están transformando de manera oportuna y apropiada para dar respuesta a estas nuevas necesidades de formación. Porque de nos ser así, seguramente será otro tipo de instituciones (con modelos y enfoques innovadores) el que ofrezca mejores soluciones a las demandas emergentes del mercado laboral.
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